jueves, 10 de septiembre de 2020
La vida: etapas, etapas y más etapas.
miércoles, 26 de agosto de 2020
Expectativas ajustadas a la realidad
Muchas veces como mamás y papás nos quejamos de cosas como: “Mi bebé no duerme toda la noche”, “Mi bebé quiere estar encima de mi todo el día”, “Mi bebé quiere tomar teta cada rato”, “mi bebé sólo juega con la comida”, “Mi bebé rompe a llorar si no me ve cerca”, etc., pero realmente todas esas cosas son normales para un bebé. Hay bebés que duermen toda la noche desde los tres meses, sí los hay (a mí no me tocó una de esos), pero son las excepciones a la regla. También hay bebés que duermen plácidos en su cunita, pero la mayoría prefiere los brazos de mamá donde puede oír los latidos que le arrullaron durante nueve meses. Hay bebés que comen juiciosos desde muy temprano hay otros que prefieren vivir la experiencia completa que muchas veces incluye facial, máscara para el cabello, etc.
Así que lo primero es saber y grabar en relieve en nuestras mentes que cada
bebé es un mundo. Claro que hay sus rangos establecidos para algunos hitos
del desarrollo, pero son rangos no leyes inquebrantables. Comparar dos bebés es
una injusticia para los bebés y para sus padres. Cada bebé tiene sus tiempos
para alcanzar esos hitos que como mamás vigilamos al borde de la ansiedad, pero
que con el tiempo aprendemos que podemos relajarnos. Si tenemos dudas siempre
podemos consultar con el pediatra del bebé, ojalá uno actualizado y disponible.
Así que, ya basta de “¡mi bebé sólo dice 4 palabras!”, sólo porque el bebé de
la vecina es un parlanchín. Felicidades a la vecina por su parlanchín, pero al
tuyo sólo le bastan esas cuatro. En mi caso, he tenido que oír cosas como: ¿Todavía
no tiene dientes? ¿Cuándo le van a salir los dientes a esa muchacha? “¿Todavía
duerme contigo?” “¿Sigue tomando pecho? No está muy grande para eso”, “¿Aún no
camina? ¿Cuántos meses tiene?”, etc.
Nuestra mente es un mundo. Hay que llenarlo de cosas lindas
Las
personas a nuestro alrededor tienen ciertas expectativas y suposiciones sobre
lo que debemos hacer como padres, cómo deberían comportarse nuestros hijos, qué
deberían comer, hasta que edad debe tomar pecho, a qué edad debe dormir sólo,
etc. Estas expectativas, si les prestamos demasiada atención, se pueden
convertir en una piedra en el zapato porque no van a faltar los comentarios,
los consejos no solicitados, algunas veces cariñosos y otras hasta
malintencionados. Si como padres, queremos complacer todas esas voces a nuestro
alrededor vamos a terminar enloqueciendo, porque esas voces muchas veces son
contradictorias entre sí, y otras veces son contrarias a nuestra “filosofía”
como padres.
Por otro lado, y aún más
importantes, están nuestras propias expectativas respecto de la paternidad. Esas
expectativas son ideas que todos construimos sobre la paternidad, de lo que es
correcto y de lo que no lo es en la crianza de los hijos. Esas ideas se
construyen en base a nuestras experiencias viendo a otros padres, en tu
familia, en tus amigos, etc., así vamos modelando esa idea de lo cómo van a ser
las cosas cuando seamos padres. Si no tienes hijos, puedes decir como decía yo:
“Mis hijos no van a comer caminando, no señor” y luego la realidad te golpea
cuando llega la hora de comer, no tienes una silla de alimentación y tu pequeña
hija no quiere de ninguna manera comer sentada y tienes que perseguirla por
todas partes para darle comida (sigo pensando que es horrible, pero así fue con
Marcela).
Tal vez pensaste: Le compro su
cuna, la pongo en el cuarto, me despierto para darle pecho y lo vuelvo a poner
en su cunita. ¡Maravilloso! Pero cuando el bebé nace, le das pecho, se duerme y
cuando lo vas a poner en su cuna se despierta como si la cuna tuviera espinas.
Después de varios días en ese plan, termina durmiendo contigo para poder
descansar más. En mi caso con Marcela, ella durmió plácida en su cunita
despertando sólo dos o tres veces por la noche, hasta los seis meses cuando
tuvimos que viajar fuera de casa por un mes y durante el viaje durmió con
nosotros. Entonces al llegar a casa, ya no quiso más su cuna, y de paso se
juntó la angustia por separación normal a los siete meses. En fin, todavía
duerme con nosotros, hemos viajado mucho el último año y lo más práctico fue
eso. Nada que hacer.
Entonces, muchas veces esas expectativas que habíamos creado no se parecen en nada a nuestra realidad y terminamos frustrándonos porque el bebé llora demasiado, porque no quiere su cuna, porque tiene un año y aún no duerme toda la noche. Lo que acontece es que necesitamos conciliar lo que esperamos con lo que al final sucedió, y con un bebé lo que sucede al final normalmente es que él logra imponer sus necesidades naturales: atención, cariño, brazos, compañía, la evolución del sueño, etc. Lo importante es no ser tan rígidos en cuanto a lo que esperamos, y permitirnos ser flexibles en algunas cosas para adaptarnos a las situaciones que van surgiendo.
Esta fórmula no falla |
No se trata de que seamos malos padres, o que nuestros hijos sean especialmente difíciles. La mayoría de las veces se trata de que desconocemos como funciona un bebé, qué es lo que necesita en cada etapa y cómo podemos satisfacer esas necesidades. Un ejemplo de esto es el sueño de un bebé. Una mamá primeriza típica puede llegar a pensar que alrededor del mes 9 en adelante el sueño de su bebé se regulará y comenzará a dormir hasta la mañana, todos felices. Sin embargo, se sabe que el sueño es un proceso evolutivo que se completa hasta los tres años de edad, así que el rango es muy grande. No sirve de nada mantener expectativas que no se cumplirán, lo mejor es ajustarlas y ajustarnos para sobrellevar la situación.
Este proceso de ajustar las expectativas estará presente a lo largo de toda la vida, y en todas las áreas. No sólo como padres. También pasa en el trabajo, en las relaciones, hasta en el trabajo misionero. Cada nueva etapa requiere que repensemos nuestras expectativas y hagamos los ajustes según las circunstancias que van surgiendo y así evitar frustraciones innecesarias. En Venezuela, tal vez en otras partes América Latina, algunos años atrás era muy común pensar y decir que había que tener casa propia para poder casarse, sin embargo la realidad es muy diferente ahora y si un joven aún tiene esa expectativa, o no se casa nunca o va a ser muy infeliz por no tener lo que pensaba que debía tener.
No se trata de no tener
aspiraciones, sino de ser conscientes de que son sólo eso aspiraciones, deseos
y probabilidades (a veces remotas) de que algo ocurra, no son realidades. Podemos
seguir soñando pero con “los pies sobre la tierra”.
Algunas cosas son como son, como en
el caso de los bebés. Sólo tenemos que aceptar la situación y ajustarnos a sus
necesidades. No podemos a pedirle a un bebé de un año que deje de llorar cuando
salimos de la habitación dos minutos, por más que le expliquemos él no puede
entenderlo en el momento, ya lo entenderá más adelante. En muchos otros casos, no
significa que nunca conseguirás eso que quieres y que debes conformarte, sino
que aceptes que en este momento las cosas no se dieron, si quieres puedes
intentarlo después. Si la expectativa está relacionada con otra persona (que no
sea un bebé) asegúrate de verbalizar eso que esperas porque si no con toda
seguridad serás decepcionado; la otra persona no es adivina para saber lo que
tú esperas a menos que se lo digas.
Tener
expectativas irreales o idealizadas que no se cumplen puede hacer que nos
decepcionemos, además de robarnos la energía y el ánimo para disfrutar lo que
sí tenemos. Ajusta tus expectativas, y disfruta lo que Dios te da en cada etapa.
No dormirá contigo para siempre (aunque eso te digan los consejeros de la
familia), en algún momento sus necesidades cambiarán y pedirá su propio espacio.
Aprende a disfrutarlo en lugar de sobrevivirlo. Cada etapa trae sus desafíos,
sus bendiciones y sus tropezones. Hay que vivirlos, aprender y continuar.
Como dijera el escritor Denis Waitley: “Espera lo mejor, planea para lo peor y prepárate para sorprenderte”. Esa es la actitud.
miércoles, 19 de agosto de 2020
La culpa: No es buena compañera
Para algunos la maternidad comienza cuando el bebé nace, pero yo pienso que comienza en el instante que sabes que otra persona está siendo formada dentro de ti, porque desde ese momento muchas cosas comienzan a cambiar (no sólo físicamente), comenzamos a pensar cómo alimentarnos mejor para que el bebé nazca sano, hay algunas medicinas que no podemos tomar y algunas actividades que no podemos hacer o en las que debemos ser más cuidadosas.
Marcela en la panza. Nuestras ilusiones en su máxima expresión |
La realidad puede ser mejor que nuestra idealización de la maternidad. Es más sana y menos opresiva. |
·
¿Cualquier
opinión o crítica te afecta?
·
¿Magnificas
o exageras todo?
·
¿Ves
errores donde los demás ven aprendizaje?
·
¿Te
disculpas constantemente?
·
¿Sientes
la obligación de satisfacer a los demás?
·
¿Es
difícil para ti decir que NO?
·
¿Tiendes
a callarte si algo te molesta?
·
¿Tienes
miedo a hacerle daño a los demás o a su rechazo?
·
¿Tienes
miedo de ser abandonado?
Esas son algunas de las
manifestaciones cuando una persona está lidiando con sentimientos de culpa
recurrentes. ¿Conoces a alguna mamá o papá que no haya sentido culpa? Tal vez
no lo admita públicamente, pero creo que es algo con lo que todos los padres
luchamos en este viaje. Sin embargo, tenemos que ser muy cuidadosos con ese
sentimiento porque él puede arruinar nuestra caminata convirtiéndose en una
pesada carga.
Cuando la culpa aparece y no
sabemos lidiar con ella, se convierte en un problema porque distorsiona la
forma como nos vemos, nos evaluamos y nos valoramos s a nosotros mismos. Es muy
nociva porque se convierte en un juez interno que está continuamente
comparándonos con otras personas o con algunas idealizaciones que nosotros
mismos hemos construido respecto a la tarea que llevamos a cabo, y en esas
comparaciones siempre salimos perdiendo haciendo que el concepto que tenemos de
nosotros mismos se deteriore poco a poco y, además la culpa no viaja sola. Ella
está siempre acompañada por la tristeza, la frustración, impotencia y
remordimientos. ¡Lindos compañeros de viaje!
Yo recuerdo que cuando Marcela
tenía casi seis meses tuvimos que hacer un viaje muy largo hasta la ciudad de
Armenia, en Colombia. El viaje fue por tierra y para no hacerlo directo que
sería muy largo y cansativo, paramos para descansar en la ciudad de Cúcuta,
pues ahí Marcela se enfermó, tenía mucha tos, estornudaba demasiado, hasta le
dio fiebre. Después de tres días con la bebé enferma, comenzaron las dudas y
los miedos ¿Por qué tuvimos que hacer este viaje? ¿Si estuviésemos en casa la
bebé hubiese enfermado igual? ¿Si empeora qué vamos a hacer, si estamos en otro
país? Seguimos nuestro camino, de hecho tuvimos que llevar la bebé al médico
después que pasó una noche entera llorando (los que tienen hijos saben que el
llanto puede llegar a desesperar). Esa noche la culpa asaltó mi mente y me tomó
desprevenida: “Si nos hubiésemos quedado en casa, esto no estaría pasando. Es
tu culpa que Marcela esté así, no debimos haber venido. Si le pasa algo peor tú
serás la culpable”. Esos pensamientos eran muy fuertes y persistentes. Eran un
tormento, en realidad. Gracias a Dios, Marcela comenzó a mejorar rápido y esos
sentimientos se disiparon.
Seguramente ya lo has vivido,
incluso si no eres padre. Cuando las cosas no siguen la ruta planeada, tratamos de encontrar dónde estuvo el error, y generalmente
lo encontramos en nosotros mismos, y ahí es donde comienza la batalla.
Obviamente, no estoy hablando de
llevar la vida con la filosofía de: “Cómo vaya viniendo vamos viendo”, o con un
conformismo absoluto. Está bien plantearnos metas y objetivos y perseguirlos. Pero
entonces, cuando algo sale de los planes perfectos que hicimos qué podemos
hacer cuando la culpa nos asalte (ella va a venir, eso es seguro), cómo lidiar
con esa desagradable visitante que quiere venir a instalarse en nuestra vida
como residente permanente.
La culpa cuando es sana y se mantiene
bajo control sirve para ayudarnos a darnos cuenta de un error cometido y a
reparar el daño causado. El problema comienza cuando esa señora se manifiesta
con excesiva frecuencia o intensidad porque pierde su función correctiva y pasa
a ser una molestia.
Entonces, es muy importante cuando sentimos culpa, evaluar la situación e intentar aplicar la lógica y el
sentido común (que a veces no es tan común). Retomando el ejemplo que coloqué
antes, cuando Marcela se enfermó durante el viaje, es bastante obvio que carece
de toda lógica cargar con culpa porque Marcela pegó un virus durante el viaje. Es
algo que está fuera de mi control, además de que otras veces también se ha
engripado estando en casa, entonces así puedo ayudarme a mí misma a ver en que
no necesito cargar con una culpa que no me pertenece.
Ahora bien, si la evaluación da
como resultado que efectivamente me equivoqué. No estuvo bien eso que hice.
Está bien. El asunto está en no quedarse en la culpa y pasar a la responsabilidad.
El remordimiento y la frustración por el error cometido no van a solucionar
nada, pero yo puedo asumir la responsabilidad por el error que cometí, pedir
perdón, resarcir, corregir, aprender y continuar. Por ejemplo, un día estábamos
en una reunión especial donde se requería silencio, cosa que es casi imposible si
tienes una niña de 18 meses, Marcela parecía que tenía demasiada energía ese
día, canataba gritaba, quería correr, etc. Lo cierto es que intenté por todos los medios
calmarla sin conseguirlo, hasta que me sentí sobrepasada por la situación y me
llevé a Marcela aparte y le hablé muy rudo. Ella obviamente no entendía lo que
pasaba, se pudo a llorar, y yo también. La abracé, le pedí perdón por tratarla
de esa forma (ojo: no le pegué, pero la traté duramente) y oré a Dios un
momento para encontrar calma. Después que eso aconteció, hablé con Leover al
respecto, quien estaba ocupado en el momento del episodio, y el acuerdo fue que
cuando Marcela estuviera muy inquieta en alguna reunión, yo no iba a insistir
en participar, simplemente la iba a tomar y saldría de ahí antes de volver a reaccionar
de esa forma. Entonces, en este caso la culpa me asaltó pronto y de hecho me
ayudó a ver que había obrado mal, pero en vez de darle largas y quedarme rumiando
esos pensamientos, lo que hice fue evaluar la situación y ver de qué manera
puedo evitarla en el futuro.
Entonces, ¿Te sientes culpable por
tener que ir a trabajar y dejar tu bebé al cuidado de otra persona? ¿Te siente
culpable contigo misma por dejar tu carrera para criar a tus hijos? ¿Te sientes
culpable por no poder ofrecer a tus hijos todo lo que quisieras? ¿Explotaste y
le gritaste a tu hijo? ¿Te sientes culpable por querer tener un día sin hijos? ¿Qué
hacer con esa culpa? Intenta evaluar la situación racionalmente, si sientes que
la culpa te está indicando algo para corregir, para mejorar, ¡bienvenida sea!
Haces los ajustes a los que haya lugar y listo. Aprende a ver los errores como
oportunidades para aprender lecciones muy valiosas.
En este punto, todavía conservaba algunos ideales perfeccionistas que he tenido que ir sacando de mi mente poco a poco |
Saca de tu mente esa idealización
de la madre perfecta, el padre perfecto, el hijo perfecto, etc., porque tal
cosa no existe. Si mantienes expectativas idealizadas de ti mismo o de los
demás, cualquier error va a ser enjuiciado y sentenciado. Recuerda: Sé amable
contigo mismo, perdona tus errores, aprende de ellos y continúa.
La vida es un viaje ¡La culpa no es
buena compañera! Hoy es un buen día para desalojarla de nuestras vidas y dar lugar a cosas mejores.
lunes, 10 de agosto de 2020
¿Cuando fue la última vez que fuiste amable contigo misma?
Si un amigo nuestro comete un
error, nosotros estamos ahí para ayudarlo a levantarse y darle palabras de
ánimo. Pero si el error es nuestro, no tarda en aparecer el juicio y la
recriminación.
Si un amigo está en una
situación en la que las cosas no salieron como lo esperaba, nuestras palabras
son de consuelo y abrigo. Pero, si las cosas no nos salen como lo planeamos,
incluso lo más inesperado como la muerte y la enfermedad, tendemos a buscar
explicaciones que generalmente arrojan una carga pesada de culpa sobre nuestros
hombros.
La autoexigencia, en su justa medida, es buena como gasolina para avanzar hacia nuestros objetivos. Sin embargo, rara vez aparece en su justa medida y por lo contrario suele convertirse en un filtro a través del cual juzgamos todo lo que hacemos y olvidamos lo más obvio: somos seres humanos, y por lo tanto siempre existirán las fallas y los errores. No necesitamos aparentar que somos super mamás, que podemos con todo en la vida, que no hay nada que nos desborde. Esa actitud es dañina para nosotras (las mamás, y también para todos los demás), además de ser una mentira muy grande.
Estas son algunas recomendaciones para comenzar a ser amable contigo misma:
- Repite después de mí: La gente se equivoca, ¡eso me incluye a mí! Ser amable contigo mismo no significa que vas a ser mediocre y conformarte, significa que vas a entender que los errores van a aparecer, tal vez no el mismo error, pero mientras estemos en este cuerpo físico vamos a equivocarnos eventualmente. ¿Qué le dices a un amigo tuyo que ha hecho algo errado? ¿Lo tratas con empatía y amor? ¿Qué tal si la próxima vez que te equivoques te tratas a ti mismo con la misma empatía y el mismo amor? Trata de aprender de tus errores y sigue adelante.
- No ignores tus emociones y sentimientos. Los tuyos son tan válidos como los de los demás. Cuando estés teniendo un mal día, estés enojada(o), te sientas abrumada(o), no intentes suprimir eso que sientes, háblalo con alguien y pide ayuda si pudieres. Ignorar o suprimir los sentimientos no hará que desaparezcan, más bien puede hacer que las cosas empeoren. Cuando las emociones no se gestionan, eventualmente explotarán por algún lado. Tristemente yo también he pasado por esto. Por alguna razón asumimos que no es bueno asumir que estás cansada, que necesitas un break, pero las veces que he retrasado la petición de ayuda, he sido rebasada en los momentos menos oportunos e incluso un par de veces he tratado rudamente a Marcela como consecuencia. Por eso, es mejor pedir ayuda a tiempo que terminar lastimando a otros a nuestro alrededor.
- Renuncia a la necesidad de ser perfecta(o): Esto puede ser una liberación, y te permite en concentrarte en objetivos claros, sin tener que frustrarnos ante el mínimo error. Cuando persistimos en buscar la perfección, gastamos nuestras energías en buscar lo inalcanzable. No existe la mamá perfecta, ni la misionera perfecta, ni la esposa perfecta. Ya te habrás dado cuenta que tú no serás la primera. Ya yo lo asumí.
- Cuida el lenguaje con que te hablas a ti misma(o). ¿Recuerdas la última conversación que tuviste contigo misma(o)? ¿Fuiste amable? ¿O te hablaste como si fueras tu peor enemigo? Estamos tan acostumbrados a ser críticos con nosotros mismos que no pensamos las palabras que nos decimos frente al espejo. Evita las etiquetas y las críticas peyorativas. La próxima vez puedes intentar: “Desearía que esto no hubiera sucedido, pero sucedió. Intentaré aprender las lecciones que pueda y continuaré. La próxima vez lo haré mejor”.
- . Evita las comparaciones. Además de odiosas, son injustas. Cada persona se enfrenta a circunstancias tan particulares como ella misma, y las enfrenta con las herramientas que tiene a disposición. Por eso, no sirve de nada comparar. Como mamás es muy fácil pensar: El hijo de fulana ya habla y mi hijo apenas dice pá, el hijo de mengano caminó a los 8 meses y mi bebé aún no camina, y así hasta el infinito y más allá. Como misioneros, es igual: ¡Fulano aprendió el idioma en tres meses y yo llevo seis meses y apenas puedo decir algunas cosas! Esas comparaciones nos ponen una presión innecesaria, minan nuestra confianza, no aportan nada positivo y afianzan el pensamiento de que nuestro valor personal está en lo que hacemos y no en lo que somos, lo cual no es cierto.
- Celebra tus victorias. Tendemos a enfatizar los errores, las fallas, etc., pero pasamos por alto lo que sale bien, lo que ganamos. La próxima vez que alcances algún objetivo planteado, ¡celébralo!
- Hazte un regalo sin sentir culpa: Ve a la peluquería, hazte un pedicure, sal a caminar (¡sola!) y cómete un helado en el camino, consigue una niñera y visita una amiga sólo para conversar, pide ayuda para cuidar al bebé y tener tiempo para orar con tranquilidad, etc., pero sin sentir culpa, no tienes por qué. La culpa no es bienvenida.
Como persona, y en
todos los roles que hemos de asumir, tendremos buenas épocas y malas épocas.
Una mala época no quiere decir que la vida acabó, o dejó de tener sentido.
Significa que es un tiempo difícil, que seguramente te ofrecerá grandes
lecciones. Mientras pasa la mala racha, enfócate en las pequeñas cosas
positivas que pasan a tu alrededor, y sé agradecido por ellas.
Celebra las bendiciones, y ¡sonríe!
La vida a veces es
suficientemente dura como para que nosotros nos tornemos en nuestros enemigos
particulares.
No creas ni remotamente que escribo como quien tiene estos asuntos totalmente resueltos. Sigo aprendiendo, hay días en que lo consigo y días en que no. Pero he percibido que cuando soy más amable conmigo misma, soy más paciente y amable con Marcela y con los demás.
¡No seas nunca más el último ítem de la lista de pendientes!
martes, 4 de agosto de 2020
Lactancia Prolongada
Así fueron los primeros días. Mucho tiempo con un extractor para poder alimentar a Marcela. |
Esta fue la primera vez que conseguí amamantar. |
Los comienzos no fueron fáciles. Algo que yo creía que era instintivo resulta que no lo era tanto y necesité ayuda de un especialista en lactancia materna después de cuatro días de desespero y llanto (las dos llorábamos, por cierto). Pero después, las cosas se fueron estableciendo; yo aprendí a ofrecer el pecho y ella se volvió una experta en la succión. En poco tiempo se podían ver los efectos de ese elixir mágico: ella estaba más gordira y más radiante. Cuando todo comenzó, yo pensé que daría de mamar hasta el año, pero he ido posponiendo el asunto mes tras mes cada vez con una excusa diferente. La verdad es que ambas nos sentimos bien por el momento, (¡aunque hay noches!, pero esa es otra historia)
- En el segundo año de vida (12 a 23 meses), 448 ml de leche materna proporcionan:
- Anticuerpos son abundantes en la leche humana durante toda la lactancia” (Nutrition During Lactation 1991; p. 134). De hecho, algunos de los factores inmunológicos en la leche materna aumentan en concentración durante el segundo año y también durante el proceso de destete.
A libre demanda, significa donde sea! |
- Extensas investigaciones sobre la relación entre la lactancia materna y los logros cognoscitivos (nivel de coeficiente intelectual, calificaciones escolares), han mostrado las mayores ganancias en los niños que durante más tiempo fueron amamantados.
- El amamantar durante y después de la infancia ayuda a los bebés y a los niños pequeños a hacer una transición gradual hacia la niñez plena. La lactancia materna es una manera cálida y amorosa de cubrir las necesidades de los niños pequeños. Les ayuda a calmar las frustraciones, golpes y heridas, y el estrés diario de la niñez temprana.
Así llegamos a los 6 meses de LME! |
domingo, 2 de agosto de 2020
Pastoreando el corazón de tu hijo (Reseña - Spoiler Alert!!!)
jueves, 9 de abril de 2020
La disciplina - Primera Parte
miércoles, 4 de marzo de 2020
¿Los niños aprenden más rápido una segunda lengua?
En este punto, el llanto era el ruido más producido por Marcela. Sólo tenía unos días de nacida |
jueves, 30 de enero de 2020
La niña viajera
Unas semanas después emprendimos una odisea de un mes que incluyó Falcón, Zulia, Trujillo, Mérida y Cúcuta. Esa fue la prueba de fuego para ella como viajera y para nosotros como responsables de dicha viajera. Durante ese mes, pescó su primer resfriado. Tal vez los cambios de clima le afectaron un poco, pero sobrevivió. Recuerdo que el sólo hecho de hacerle un lavado nasal era un suceso, aún así estuvimos con la familia de Leover en navidad, visitamos algunos amigos de camino a Zulia y Mérida, donde dimos unos talleres relacionados al ministerio indigenista, y al final llegamos a Cúcuta para colocarle unas vacunas a Marcela. Toda esa ruta (hasta la frontera y de regreso) la hicimos en el carrito, y Marcela se portó como toda una experta viajera.
Marcela merendando camino a Falcón |
¡Esos cachetes viajeros! |
De camino a Bogotá y con mucho frío! |
Un mes completo de viaje. Marcela se engripó otra vez. Hubo cambios de clima muy drásticos en una semana y creo que eso le afectó. Además de que cuando uno viaja en autobuses, no sabes si tu vecino de asiento está enfermo. Son las desventajas. Pero en cuanto a nuestra viajera, ella siempre se porta bien. La diferencia en esta ocasión era que viajábamos en bus, y no es igual que viajar en tu propio carro donde tú marcas tu ritmo.
Tomando un baño en Pozo Azul, Edo Amazonas |
El agua y el almuerzo de Marcela (brócoli, en esa ocasión) |
Marcela ha utilizado casi todos los medios de transporte que existen. Nos falta el helicóptero. |
Después de ese viaje, pasamos un rato en Valencia y regresamos a Amazonas por unos cinco meses más. Durante ese tiempo visitamos la comunidad unas pocas veces porque el pancito ya tiene otro dueño (Nostalgia).
En Octubre volvimos a Valencia esta vez en autobús, y con todas nuestras pertenencias en cuatro maletas. Cerramos nuestro ciclo en Amazonas y comenzamos a prepararnos para el viaje más largo que jamás hicimos y que nos llevaría a nuestro nuevo hogar en esta aventura del servicio a Dios.
Durante el viaje a Brasil: Ruta Pacaraima - Boa Vista |
Tan largo era este viaje que salimos de casa el lunes, y llegamos a Fortaleza el sábado!! Por supuesto que no fue una viaje sin escalas, pero igual fue agotador. Marcela hizo su primer viaje en avión (por cierto, me dijeron que darle tetica al despegar y aterrizar atenúa la presión en sus oídos. Buen dato), también viajamos en autobús toda la noche (lo cual de por sí no es cómodo, y menos con 10 kgs de ternura encima) y finalmente después de un vuelo de 4 horas llegamos a Fortaleza. Creo que Marcela se ha ganado la medalla de la niña viajera!! Damos gracias a Dios porque nuestra chiquilla es 4x4!
Incluso llegó a salir solita con papá en el carro, y vean qué divino dormía. |
Sí, definitivamente sí.
Hay que ser lo más prácticos posible, no complicarse la vida en vano. Simplificar las cosas tanto como se pueda. (maletas, pañalera, etc.)
Llevar frutas y galletas apropiadas (si ya comen sólidos) y mucha agua. Además de la tetica si sigue disponible.
En cuanto a Marcela, ella es muy calurosa. Normalmente, viaja con ropa ligera y de algodón, y siempre llevo una cobija en caso de que el clima se ponga frío poder abrigarla. Dependerá de los gustos de tu bebé.
Disfrutar el viaje! Ese momento, ese instante, es irrepetible!!