jueves, 28 de noviembre de 2019

¿Dignos de imitar?

      Quizá algunas personas pueden llegar a creer que cuando bebé nace no sabe absolutamente nada, que ese ser pequeñito está completamente en blanco. Pero realmente no es así, ahora sabemos que un bebé en el vientre de su mamá puede oír las voces que están a su alrededor y "probar" los sabores de lo que come mamá, así que al nacer puede reconocer las voces que más oyó durante esos nueve meses y al comer puede saber si es un sabor diferente a lo habitual. Estos son sólo ejemplos, pero un bebé en el vientre puede aprender muchas cosas más que le serán útiles una vez nazca. 
     


Casi lista para gatear
     Cuando el bebé sale de la panza de mamá, rápido aprende qué es el hambre y cómo calmarla. Aprende que si llora alguien que lo ama mucho vendrá rápido a ver qué le pasa. Aprende que la leche que sale del pecho de mamá es muy deliciosa. Aprende que los brazos de mami y papi le ofrecen seguridad, por eso quiere estar ahí el mayor tiempo posible.

La sonrisa más bella de la tierra


    Ahora bien, conforme el bebé va creciendo va experimentando aprendizajes más complejos, como el de su idioma materno y algunas actividades que ve hacer a los demás. Entonces comienza a pronunciar sonidos que imitan el lenguaje de los que le rodean y también utilizar sus manos para hacer lo que ve a su alrededor. Marcela, por ejemplo, disfruta mucho jugando con ollas y cucharas de madera mientras me ve cocinar. Ella me está imitando.

Experimentando con los alimentos (seis meses)

      También le da palmadas a los juguetes por la espalda para dormirlos, mueve las manos cuando está "conversando", e incluso en una ocasión la encontramos con los pies llenos de talco tal y como ella ve a su papá hacer cada vez que se va a colocar zapatos. Si le das lápiz y papel mueve el lápiz como si estuviera escribiendo y si agarra un teléfono, o cualquier otra cosa (hasta un plátano) se pone a hablar y mover las manos como ve hacer a su alrededor. Baila cualquier música que oye, el paso más reciente es mover la cabeza al ritmo de la música. Aplaude, responde algunas preguntas, juega. Ahora que camina está aprendiendo a bajar y subir los escalones. Cada día, en cada juego, ella aprende. En la iglesia, levanta la mano al son de la música. 

Aprendiendo a sostenerse sentada

      Al ver a Marcela imitarnos en tantas cosas me asusté un poco y me sentí responsable de ser digna de imitar. A la larga, cuando el tiempo pase y Marcela crezca aún más, muchos de su hábitos, de sus actitudes y sus reacciones habrán sido aprendidas de nosotros, sus papás, quienes pasamos la mayor parte del tiempo con ella.
Así que ahora es el momento de sembrar, de orar con ella, de enseñarle a cepillarse los dientes, de recoger con ella sus juguetes, etc. Ahora es el momento de ser para ella lo que queremos que ella sea, de poner a su alcance ejemplos para imitar que le ayuden a crecer integralmente. 
Gracias a Dios que nos ha dejado su Palabra para ser instruidos en ella sobre cómo criar a nuestros chiquillos en la instrucción del Señor.

    Que Dios nos ayude a ser buenos hijos suyos, atentos a su Palabra, seguidores de sus preceptos, porque de esa manera seremos dignos de ser imitados por nuestros hijos. No hay nada peor para un niño que oír una cosa y ver que el que se lo dijo hace todo lo contrario. El niño necesita firmeza, y parte de esa firmeza consiste en un ejemplo firme y consistente de integridad. 



lunes, 11 de noviembre de 2019

El miedo: Un compañero indeseado

    Supe que el miedo sería un acompañante indeseado en este viaje de la maternidad unos días después de saber que estaba embarazada. Fuimos al médico para confirmar el embarazo e iniciar el control del mismo y sólo recuerdo que tenía las manos heladas y sudaba, quería saber que todo estaba bien, y así fue en cada control, cada ecografia. Era una mezcla de emoción y susto. Quería estar segura de que todo seguía marchando como debía.
    Ni hablar del proceso del parto. Yo siempre dije que quería dar a luz de forma natural y leí mucho sobre eso, vi videos, etc., pero igual al pensar en eso sentía miedo. Era algo nuevo para mí, algo que además ha sido estigmatizado como horrible e insoportable (lo cual es irónico, porque miles de mujeres dan a luz cada día); también me asustaba la salud de Marcela en ese proceso, y la ansiedad de poder verla pronto se juntaba con todo. Al final, no fue un parto natural sino una cesárea, y no por eso pude estar libre de temores. Me sentí tan aliviada cuando la oí llorar y aún más cuando la vi por primera vez en manos de la pediatra que la recibió en el quirófano.

     Una vez que nació el miedo no desapareció, se multiplicó! Que si la bebé no se prende del pecho, que si no se alimenta en tres horas puede sufrir una baja de glicemia (hay opiniones al respecto) , que si no duerme lo suficiente, que si duerme demasiado, que si no hace popó, que si hace demasiado, y el etc es casi perpetuo. Todo es nuevo. Es una absoluta sobrecarga sensorial con todas las letras. Por más apoyo que se tenga, y yo lo tuve, ese compañero indeseado siempre aparece. Y no se va pasado el primer mes, ni el primer trimestre. Parece que cuando vas superando algunos, aparecen otros nuevos.
     Cada etapa viene con su paquete de miedos. Luego que pasan la lactancia, viene la alimentación y otra vez comienzan los consejos contradictorios que podrían enloquecer a cualquiera: que sin sal, que mejor con sal, que porqué le das brócoli tan pequeña, por qué no le haces una cremita de auyama, se puede ahogar!
    Más tarde, gatean! Sí, tú anhelabas que comenzara a gatear, pero en cuanto lo logra te das cuenta de que tu casa es todo lo insegura que una casa podría ser para un bebé, y si hay escaleras (como en mi caso) los miedos se aceleran cuando comienza a levantar la piernita para intentar subir.
    Casi al mismo tiempo que gateó, Marcela pudo pararse apoyada de los muebles y comenzaron las caídas. Mi corazón se acelera al máximo cuando eso pasa, pero aunque todavía se cae de vez en cuando, la verdad es que ellos aprenden muy rápido y desarrollan estrategias para superar cada etapa, y además Dios los hizo super resistentes! Él sabía que se caerían.
Ahora mismo está en el tiempo que se mantiene parada solita por algunos segundos y da algunos pasitos. Comenzó haciéndolo eventualmente, y cuando le celebraba el hecho ella se asustaba con mi celebración y se sentaba. Así que opté por no celebrar, solo la miraba cómo iba ganando confianza poco a poco. Ahora lo hace muy seguido, incluso ha intentado dar sus primeros pasos cuando algo de su interés se encuentra a un par de pasos de distancia. Sin presión, a su ritmo, y en cada hito mamá siempre se asusta un poco. Siempre es una liga entre susto y emoción. Susto porque podría lastimarse, y emoción porque la bebé de mami crece muy rápido.

Marcela comiendo Brócoli

Esta señorita ama trepar


Marcela y su amigo Rocco

Lecciones aprendidas:
  • El miedo siempre estará presente en cada etapa nueva, pero no tiene porqué dominar nuestras vidas. Es mejor disfrutar cada etapa, como lo que es, una ETAPA, y como tal es pasajera. 
  • El miedo, siempre que no nos domine, puede ser un buen amigo. Nos mantiene alertas! 
  • Puedo aminorar el efecto de este amigo indeseado con mucha información. Estar informada me ha servido como una escudo para luchar contra los miedos. Por ejemplo, alguien me dijo una vez que porqué le daba aguacate a Marcela (recién iniciaba su alimentación complementaria), que el aguacate era un alimento muy pesado para ella a esa edad. Yo oí su comentario, asentí para no ser grosera (acababa de conocer a esa persona) y me quedé tranquila, porque me había informado bien y sabía con certeza que Marce podía comer aguacate sin ningún problema. Y así podría poner muchos otros ejemplos en los que la información fue mi mejor amiga para tener confianza en que lo estaba haciendo bien.
  • Tener un grupo de apoyo, un grupo de mamás que compartan tus convicciones sobre la maternidad, es una maravilla. Con ellas puedes reír, consultar sin sentirte una tonta por no saber eso tan simple, llorar y hasta charlar por la noche cuando el bebé no quiere dormir y los suyos tampoco.
  • No puedo enfatizar lo suficiente la necesidad de tener un pediatra actualizado, informado y disponible para responder a las dudas de una mamá primeriza. 
  • Rodéate de personas que de vez en cuando te recuerden que eres una buena mamá y que lo estás haciendo bien.
  • Cuando veas a tu bebé crecer saludable y hermoso, como mi Marcela, te darás cuenta de que eres una excelente mamá. Perfecta? No, la perfección no existe, somos humanas, pero por el amor que tenemos a nuestros hijos lo estamos haciendo muy bien.

jueves, 26 de septiembre de 2019

La manta de la Esperanza

    Tal vez antes ya he contado un poco sobre lo que significó esperar la llegada de Marcela a nuestras vidas. No me refiero a los nueve meses de espera; ésta vez quiero ir un poco más allá y contar sobre los años que tuvimos que esperar hasta saber que Marcela al fin vendría. Me atrevo a recontar nuestra historia para animar a otras futuras colegas que están en ese mismo proceso de esperar.


     Cuando Leover y yo nos casamos en 2012 ya sabíamos sin dudas que queríamos tener hijos, pero también sabíamos que queríamos esperar un poco; eso de un cambio a la vez nos llevó a aplazar un poco la decisión ya que antes del primer aniversario salimos rumbo a Atabapo, y una vez allá, las carencias en los servicios de salud del pueblo nos intimidaron un poco así que seguimos esperando. 

     Recuerdo que en Octubre de 2014, estando en Atabapo, un pastor cercano y su esposa tuvieron un bebé. Cuando lo conocí y lo cargué, tan tierno, tan lindo, tan suavecito, supe que había llegado el tiempo: ¡quería tener un hijo!  Ese día se despertó en mí ese anhelo, y un par de meses después de hablarlo con Leover, dejamos de usar las pastillas y comenzamos a esperar.

Este pequeño es Óscar Josué, quien nos animó a ser papás. Una belleza. Hoy debe tener cinco años

    Los primeros meses esperaba a mi amiga mensual con la esperanza de que no llegara. Lo sé, es una contradicción esperar algo que no quieres que llegue, pero así funciona. Tal vez pasaron unos seis meses para que nos diéramos cuenta de que no iba a ser tan sencillo, o tan rápido como hubiésemos querido o esperado al principio. 

    Fuimos al médico para descartar algún problema de salud. Invertimos una buena cantidad de dinero en exámenes, pruebas y consultas. La conclusión de todo ese proceso fue que no había nada en nuestros cuerpos que nos impidiera concebir, todo estaba funcionando como debía. Cualquiera pensaría que eso nos daría tranquilidad, pero a mí me puso muy ansiosa. Si hubiese algún problema, podríamos "arreglarlo"; pero al no haber ninguno, debíamos esperar. 

     Esperar? Eso era lo menos que yo quería hacer en ese momento. Para este punto ya llevábamos un año de espera, y no era divertido. 

     En ese momento estábamos bastante ocupados con nuestro trabajo en ELÍAS, la extensión en Caño Bocón, Colombia, ya estaba andando y eso nos mantenía activos y trabajando, además de todos los retos que implicaba vivir en Atabapo (meses sin electricidad, hacer compras sin punto de venta, conseguir gasolina, etc.); en fin, había muchas cosas en que mantener puesta nuestra mente. Sin embargo, de vez en cuando yo me sentía un poco afligida porque lo que tanto anhelábamos no sucedía, a veces incluso lloraba. 

    En ocasiones me daba por pensar: ¿qué pasaría si en el plan de Dios no está que nosotros tengamos hijos? ¿Podré vivir con eso? La sola idea me aterraba. 

     Así transcurrieron dos años más, con algunas falsas alarmas que nos emocionaban por instantes y después nos dejaban el corazón roto. 

    En enero de 2018, me quedé sola en casa por unos días debido a que Leover tuvo que hacer un viaje a Atabapo (para ese momento ya nos habíamos mudado a la capital de Amazonas). Esos días fueron muy difíciles, me sentía muy sola, lloré mucho, oré también. Recordé que hacía un par de años habíamos comprado una lana blanca para tejer una manta hermosa para nuestro hijo, sin embargo nunca me había atrevido a empezarla. Me aterraba la idea de que la tejiera y después el bebé no llegara. 

    Pero en esos días de orar y llorar, más animada y con una fe renovada, tomé el hilo y la aguja de crochet y comencé a tejer. En tres días la manta estaba lista. Era hermosa! 

La manta de la Esperanza

    Fue como una terapia, después de eso me sentí más tranquila y puedo decir que hasta lo "olvidé", ya no estaba ansiosa por eso. Dos meses después, estaba sentada llorando mientras Leover gritaba de alegría con el sobre del resultado en su mano.

Esperando a Marcela

    Los nueve meses se embarazo los disfrutamos mucho (sinceramente, no los nueve, los dos primeros fueron terribles: llenos de náuseas y mareos) y el 9 de noviembre de ese año recibimos a Marcela en nuestros brazos. Unos días después estrenamos esa hermosa manta que fue tejida antes de que ella fuera concebida.

Marcela a los dos meses de nacida


     En fin, esta es mi historia. Una historia de aprender a esperar en Dios, quien tiene planes maravillosos para nosotros, superando nuestros sueños más locos. 

    El creador del universo diseñó a nuestra hija para bendecir nuestra familia. La envió en el momento perfecto para nosotros y ahora la disfrutamos cada día.

Nuestro regalo! 


    Así que, futuras colegas, si están en ese tiempo de esperar aprovéchalo para crecer como persona, para ser mejor esposa, mejor hija, haz lo que te guste más hacer, pero sobre todo no pierdas la fe. Cada oración ha sido escuchada y Dios que es bueno sabrá responder con bondad.


miércoles, 18 de septiembre de 2019

Cada minuto cuenta

     Ayer celebré mi cumpleaños número 35! Hay mujeres que prefieren no decir su edad, pero yo nunca he tenido problema con eso. Pienso que cada día vivido hace una diferencia para el futuro, nada es completamente inocuo, todo surte un efecto, y hoy un muy buen amigo me dijo: "ya son 10 años celebrando tu cumpleaños" (desde que le conocí) y pensé: ¡10 años! Wow! El tiempo ha pasado muy rápido. ¿Qué he hecho estos diez años?
En 2010, en mis años de seminario bíblico

     Pues, hace diez años era una joven que servía en la iglesia: cantaba, era maestra de una clase dominical, servía en el ministerio juvenil, etc. También ejercía mi profesión, me encantaba ser maestra, eso me permitía ser muy creativa e inventar algunas cosas poco comunes, pero además estaba en la búsqueda de su lugar en la obra de Dios. Estaba segura de que quería ser parte, pero no encontraba mi lugar. Fue entonces que oí por primera vez sobre el movimiento de traducción de la Biblia, asistí al primer taller y quedé prendada, hice los primeros cursos, aprendí mucho, enseñé otro poco, conocí mucha gente en el camino, pero sobre todo descubrí que quería usar mis dones ahí.
      Ese año muchas cosas cambiaron en consecuencia de ese descubrimiento. Renuncié a mi trabajo como maestra, me inscribí en el seminario para terminar mis estudios teológicos con el apoyo de mi iglesia (ahí conocí a Leover en noviembre de 2009), y creo que fue un antes y un después ya que muchas cosas cambiaron y mucho aprendí en el proceso.
     En 2011 fui a Perú a estudiar Lingüística y Traducción en CILTA.
Durante el viaje de campo de CILTA, en 2011

Fue un año desafiante en lo académico, pero también en lo personal, al salir tan lejos de mi familia y de mi iglesia, pero su apoyo incondicional fue muy valioso en ese tiempo. Ese tiempo en Perú me enseñó muchas cosas y me regaló amigos muy valiosos que aún conservo, y que son un regalo. Antes de terminar ese año, me propusieron matrimonio, acepté y en menos de lo que pensé ya estábamos pensando en la boda y todo lo que implicaba.
     En 2012, nos casamos el 8 de septiembre, disfrutamos nuestros primeros meses juntos y ya comenzamos a prepararnos para la salida al campo que estaba pautada para junio de 2013, cuando efectivamente salimos rumbo a Atabapo para establecernos ahí por tres años durante los cuales vivimos grandes aventuras en la selva, andando por el río, disfrutando de las maravillas naturales de la Orinoquia, probando cosas nuevas, aprendiendo mucho, conociendo gente amable. Mucho de eso me daba miedo al principio, pero con el tiempo aprendí a disfrutarlo y ahora lo extraño.
En Caño Bocón, 2015

    A finales de 2016 salimos de Atabapo para la licencia, y regresamos a Amazonas a mediados de 2017 para seguir trabajando, esta vez en la capital del estado, donde hemos estado desde entonces sirviendo a los hermanos jiwis.
     El 2018 fue espectacular! Dios nos envió a Marcela. Vivimos el embarazo, gracias a Dios muy sano, y luego nació Marcela en noviembre y ahora nos acompaña cada día.
Esperando a Marcela, en 2018

     Y aquí estamos, ya es 2019, transcurrieron 10 años de mi vida. Se dice rápido, pero entre letras hay muchas experiencias que han transformado lo que soy durante este tiempo. No soy la misma persona que comenzó esta aventura del servicio a Dios en 2009. Tengo más confianza en mí misma, conozco mi lugar en la obra de Dios, ahora soy esposa y madre, lo cual también me ha cambiado para bien de muchas maneras. Cada minuto cuenta, por eso trato de hacer que cada día valga la pena. 

     Doy gracias a Dios por estos años que me ha regalado y porque he podido disfrutar mi vida invirtiéndola en su reino, por darme un esposo amoroso, una hija soñada y amigos valiosos. 

martes, 10 de septiembre de 2019

Abnegación y Sacrificio

     Hay dos palabras que culturalmente han sido asociadas a la maternidad: abnegación y sacrificio. Todos suponemos que una madre debe ser abnegada y que sacrificaría cualquier cosa por sus hijos. Una madre sin esas dos cualidades no es considerada una buena madre.
   
Ella y yo en su primera consulta con el pediatra
Según el diccionario la abnegación es la “renuncia voluntaria a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de otras personas". Esta definición resume muy bien lo que se espera de una mamá; se espera que una madre renuncie a lo que tenga que renunciar en beneficio de sus hijos, y todas mis queridas colegas estarán de acuerdo en que ese instinto materno que se activa cuando sostenemos a nuestro hijo por primera vez es tan fuerte que desde ese momento comenzamos a renunciar a muchas cosas por el bien de ese pequeño bebé: renunciamos a muchas horas de sueño y descanso, renunciamos a un baño largo, a comer lentamente, a emprender algunas cosas, a pasar tiempo con amigos, incluso a no hacer nada, y todo lo hacemos voluntariamente. Es lo que el instinto nos dice que debemos hacer, y está bien que sigamos ese instinto.
Nos quedamos dormidas juntitas

      Muchas de esas renuncias son en sí mismas algunos sacrificios, algunos más grandes que otros, pero sacrificios al fin. Sacrificar algunas horas de sueño no parece gran cosa, hasta que lo haces por diez meses seguidos y tu cuerpo parece que grita.
       Ahora bien, a algunas mamás les pasa que en esa abnegación y sacrificio pueden llegar a perderse como personas. La maternidad pasa a ser su TODO y las otras facetas de su vida, que todavía siguen ahí, son puestas en espera a veces por mucho tiempo.
     Puede que estés pensando: ¿Acaso la maternidad no te absorbe por completo? La respuesta es: probablemente sí! Depende del sistema de apoyo que tengas alrededor. Aunque, incluso con mucho apoyo la maternidad puede tragarte.
      No me malinterpreten. Yo amo ser mamá. Disfruto mucho tener a Marcela cerca de mí, alimentarla, cuidarla, jugar con ella, verla crecer. Es un trabajo especial y hoy día es un privilegio y una bendición poder cuidar a mi bebé en estos primeros meses cuando más me necesita. Sé que Dios me puso en una posición privilegiada de poder sembrar en mi bebé y verla brillar cada día. 
¿Cómo no amarla?
      De lo que hablo es de anular por completo otras facetas. Sé de primera mano que no vuelve a ser igual, no alcanza el tiempo ni la energía. Es un gran cambio; seríamos muy ilusos si pensáramos que las cosas no cambiarían con la llegada de la beba.
      Yo lo viví personalmente. Los primeros dos o tres meses de vida de Marcela yo estuve dedicada casi exclusivamente a cuidarla y me siento muy privilegiada por haber podido hacerlo. Pero llegó un momento en que estaba tan agotada que no tenía ganas de salir, dejé de hacer cosas que disfrutaba (excepto cuidar a Marcela), y eso me producía un estado de ánimo algo tóxico, como si resintiera mi nueva posición que me hacía perderme de cosas que me gustaban.
      Pero he aprendido (con un poco de trabajo) que algo de mi tiempo y de mi energía debe ser utilizado en hacer algo que me guste hacer, algún hobbie, algo que me produzca una sonrisa (y que no sea la ternura de mi Marce). Tengo que ser organizada para vivir todas mis facetas y no quedar en deuda con nadie, pero especialmente conmigo misma.
Mi gran apoyo, un gran papá
     He aprendido también que debido a esas expectativas de abnegación y sacrificio que pesan sobre nosotras, las madres, incluso llegamos a sentirnos culpables cuando pensamos que necesitamos un break, un rato sin el bebé, un descanso, ir a hacernos las uñas o a pasar un rato con una buena amiga poniéndonos al día. Pero no, no hay de qué sentirnos culpables. Lo necesitamos, todo eso! A veces, pensamos que es egoísta pensar en lo que necesitamos como personas, como mujeres, no sólo como mamás; el bebé se convirtió en nuestro sol y nosotros giramos a su alrededor. Pero no es egoísta darnos un pequeño gusto de vez en cuando, de hecho es saludable. Cuando tenemos esos pequeños espacios, funcionamos mejor como mamás, tenemos más energía y más paciencia para tratar con nuestro bebé que no entiende nada de lo que estamos pasando.
       Estoy aprendiendo que mientras me siento mejor conmigo misma, mejor mamá soy para Marcela. Tengo más paciencia y más ánimo para afrontar el día a día que, admitámoslo, puede ser una locura.
    Así que, queridas colegas de la maternidad, creo que es bueno pensar en esto, y tomar acción si fuera necesario. Por tu bien, por el bien de las relaciones interpersonales que debes llevar y especialmente por el bien de tu pequeño bebé. Tu salud integral también se traduce en su bienestar.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Born to Shine! - ¡Nacida para Brillar!


            A Marcela le regalaron una ropita con esas palabras "Born to Shine" y después de verlas un tiempo estuve pensando mucho en ellas.

Cada bebé viene al mundo con la misión primordial de transformar la vida de sus padres: hacerlos mejores personas, poner en orden sus prioridades y regalarle hermosos y tiernos recuerdos para atesorar. Marcela ha cumplido cabalmente con esa misión desde que llegó a nosotros hace casi diez meses. Sin embargo, eso no es todo. Hay algo más por lo que Dios le envió aquí.
            Dios nos da hijos como un regalo muy preciado, como un "bien" muy valioso que nos es prestado para ser amado, cuidado, protegido, abonado como una planta delicada y pulido como una piedra preciosa.
            El Salmo 139:15-16 dice: "No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras yo era formado en lo secreto, mientras era formado en lo más profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida cuando aún no existía ninguno de ellos".



Marcela en su semana 27

            Esta porción bíblica es un clásico. La he leído muchas veces, desde que era niña, pero ahora que soy madre ha tomado otros sentidos nuevos y vivos para mí, porque no sólo pienso en la verdad de esas palabras para mi vida, sino que ahora cobran vida al pensar que también son verdad para Marcela; es decir, los ojos del Dios creador estaban en Marcela mientras ella era formada dentro de mi hermosa panza! Su formación y desarrollo no fue fortuita, y tampoco pasó desapercibida. Nada más y nada menos que el Dios que sostiene el universo en su mano supervisó el crecimiento de mi pequeña hija desde que era más pequeña que un frijol. Todo lo que es, incluidos los rasgos de su cuerpo y de su personalidad, estaba escrito en su libro. ¡Eso es sencillamente maravilloso! ¡Es muy poderoso!
Marcela en su primer día de playa
            A mí como madre eso me hace sentir profundamente responsable. Dios estuvo prestando atención a los detalles que ahora forman parte de mi hermosa hija, así que yo no puedo simplemente descuidar ese tesoro tan valioso que me fue entregado para atender.
            ¿Con qué propósito maravilloso fue enviada Marcela a esta tierra? (además de hacernos sonreir diariamente!) ¿Cuál es el plan de Dios para su vida? Como Padres tenemos la responsabilidad de guiarle a ella a descubrir ese propósito y ese plan. No podemos vivir por ella, pero podemos instruirle y darle herramientas que le encaminen a ser una persona de bien, a honrar a Dios y a vivir para él.
            Pareciera que ahora es muy pronto para comenzar a instruirle y mucho menos darle herramientas; la verdad es que nunca es demasiado pronto, pero llegará un día en que será demasiado tarde. Dijo el sabio Salomón en el libro de Eclesiastés que todo tiene su tiempo debajo del sol; el tiempo de sembrar en la vida de Marcela comenzó desde el día que supimos que estaba con nosotros en la panza: cada beso, cada caricia, cada oración, también cada regaño (ahora que gatea se han multiplicado exponencialmente), cada comida, cada vez que nos llama y le atendemos, siempre que le hacemos saber que nos importa, cada vez que le consolamos por haberse lastimado (esto también se ha multiplicado), cuando vamos a la iglesia juntos, cuando nos ve orar por los alimentos. Todas esas son oportunidades para sembrar en la vida de nuestra hija.
            Alguien podría decir que ella es muy pequeña para notar esas cosas y mucho menos para aprender de ellas, pero la verdad es que los bebés son muy inteligentes y todo lo que conocen del mundo lo han aprendido de sus padres desde el primer día de su nacimiento, e incluso antes. Por ahora, Marcela sólo puede ver y escuchar cómo oramos pero pronto ella estará orando también, cantando, aplaudiendo y haciendo todo lo que nos ve hacer. Eso, nuevamente, es una gran responsabilidad para nosotros como padres. Nos fue delegada la gran tarea de modelar una vida llena de amor, bondad, respeto y muchas otras cosas buenas para que nuestra hija al imitarnos tenga esas virtudes en ella.
Disfrutando su primer baño en casa
            ¿Cuál será el camino que Marcela tomará al crecer? No lo sé, pero quiero que sea cual sea su camino, ella conozca a Su Creador, ella conozca Su Palabra y en base a ese conocimiento pueda escoger su mejor camino posible. Tal vez sea pintora, músico, doctora, teóloga, maestra, bailarina, atleta, no sé! Puede tomar cualquiera de esos caminos, pero siempre guiada por Dios y sus preceptos. Puede ser lo que se proponga ser con los dones que Dios le ha dado y que todavía hemos de descubrir.  Puede ser lo que quiera ser, puede ser la mejor en lo que sea que escoja en el futuro. Podríamos estar criando un prodigio en algún área del conocimiento o la ciencia. No lo sé! Sólo quiero que brille, para eso nació, para eso fue creada.




martes, 28 de mayo de 2019

El amor de papá

Siempre dicen que la conexión de un bebé con su mamá es muy especial. Eso es muy cierto, y se debe en gran parte a la lactancia que nos "obliga" a pasar mucho tiempo juntos; tiempo que atesoramos altamente.
Aunque papá u otras personas pueden dar leche diferida o su tetero de fórmula (si fuera el caso), en gran parte la alimentación del bebé depende de mami, y eso contribuye a que sean tan cercanos.
Sin embargo, eso no quiere decir que papá no tenga una conexión con el bebé, pero para que ésta conexión exista papá debe estar presente en la vida del bebé de todas las maneras que pueda. Papá no puede amamantar, pero puede dar la leche que mamá se extrae, puede bañar al bebé, puede cargarlo y arrullarlo, puede cantarle canciones de cuna, puede jugar con él(o ella), etc.
Esas miradas!
Afortunadamente para mí y para Marcela, ella ha desarrollado un nexo muy fuerte con su papá. Ella escucha el "buenas" de su papá al llegar y su mirada se ilumina. Desde que tenía días de nacida ama dormir en el pecho de papá, hasta el día de hoy disfruta pasar ratos jugando con él y la primera sílaba que dijo fue "pa".
Ellos se aman, puedo verlo en la mirada de Marcela cuando está con su papi y también puedo verlo en la manera en que él la cuida, la protege y la mira.
Ella ama dormir encima de su papi
Mi esposo ha sido un excelente esposo durante estos casi siete años, pero cuando veo lo buen padre que es me enamoro todavía más.
Papi portea
Observar la relación que tienen como padre e hija me ha ayudado a amar más a Dios como mi Padre, y a entender cómo nos ama y nos cuida cada día.

lunes, 22 de abril de 2019

Por primera vez en Amazonas

Marcela ha sido una niña viajera desde que tenía un mes de Nacida. Se estrenó yendo a San Felipe, en el Estado Yaracuy, y desde entonces ha viajado mucho.
En San Felipe, Estado Yaracuy
Sin embargo, fue hasta los tres meses que pudo visitar Amazonas. Ese es un viaje por tierra muy largo al que su papá y yo estamos acostumbrados, pero que esta vez sería diferente porque llevamos con nosotros nuestro regalito.
Emprendimos nuestro viaje con más equipaje que de costumbre porque llevábamos la cunita de Marce, su asiento para el carro, su maleta, además de nuestras cosas. Hicimos una parada en San Fernando de Apure para descansar y seguimos al siguiente día hacia nuestra casa en Puerto Ayacucho. 
El calor en el llano estuvo muy fuerte porque es época de sequía por estos lados. Gracias a Dios Marcela se portó como una campeona a pesar del calor y durmió gran parte del recorrido. 
Una vez en casa, Leover invirtió casi dos días limpiando y quitando el polvo de los cuatro meses que no estuvimos. Antes, cuando Marcela no estaba con nosotros, nos habríamos paso entre las telarañas e íbamos limpiando poco a poco, pero con Marcela no podíamos hacerlo así. 
Estos abuelitos amazonenses son un regalo de Dios. Ellos nos dieron asilo mientras la casa se ponía en orden, y vemos el amor de Dios a través de ellos.  
Cuando la casa estuvo lista, comenzamos a ponernos al día con el trabajo en la comunidad, fuimos a visitar a los hermanos para que conocieran a Marcela y Leover comenzó a planear las materias faltantes y el calendario de actividades.
A pesar de su edad, ella siempre tiene buen humor y su tranquilidad es la nuestra.

Ese día que fuimos con Marcela nos guardaron Simuto, gusano de moriche. Deliciosos! Sabe a chicharrón!





Marcela de visita en Cardenalito

 
El mes y medio que estuvimos allá transcurrió luchando con el calor que estuvo muy fuerte, pero Marcela se portó muy bien a pesar de los retos, incluido un apagón nacional que nos tuvo sin electricidad y sin comunicación tres días y medio. 
Marcela fue por sus vacunas del cuarto mes. Ese día no fue divertido.
Durante ese mes disfrutamos de los abuelos amazonenses de Marcela, de los hermanos de la iglesia, le pusimos las vacunas de los cuatro meses (del lado colombiano de la frontera), le comenzaron las molestias en las encías y se dio vuelta ella solita por primera vez. Realmente nos sorprende lo despierta que es. 
Marcela es una niña única, enviada del cielo especialmente a estos padres trotamundos. Ella se adapta muy bien (acorde con su edad) y nos enamora cada día con su sonrisa y su buen humor. Si ella sonríe, la tierra sigue girando. 
Esta es la sonrisa que nos hace suspirar.
El viaje de regreso fue más intenso aún porque lo hicimos en un solo día, el calor terrible y Marce que quiso pasar todo el viaje pegada en el pecho. Pero sobrevivimos.
Una aventura de muchas que tendremos en el futuro.
No sabemos lo que Dios nos tiene preparados, pero sí sabemos que estaremos juntos en cada paso. 


viernes, 22 de marzo de 2019

¿Ya pasaron cuatro meses?

Hace poco me sorprendí al caer en cuenta de que Marcela ya tiene cuatro meses de haber nacido. El tiempo pasó volando. Hace poco estábamos ansiosos por su llegada y ahora es parte de nuestra familia y nos alegra la vida con su sonrisa cada mañana. 

Cuando este viaje comenzó el 9 de noviembre de 2018 la emoción nos llenó por completo, pero cuando el inicio de la lactancia se complicó yo pensé: "Estos serán los seis meses más largos de mi vida", pensando en los seis meses de lactancia materna exclusiva. Realmente llegué a pensar que no lo lograría, que no era "ese tipo de madre".

El comienzo de ese proceso fue un poco atropellado para ambas. Yo solía pensar que la lactancia era algo completamente instintivo, y que todas las mamás lo logran en su primer intento, como si esos conocimientos vinieran incorporados en nuestra configuración femenina, pero no es así. A algunas les cuesta un poco más que a otras, yo me incluyo en el primer grupo.

Fue muy frustrante para mí no poder alimentar a Marcela los primeros cinco días, realmente no fue nada instintivo para mí y no tenía idea de qué hacer para ayudar a Marcela a prenderse del pecho. Me volvía un arroz con mango, era muy incómodo para ambas y por eso la bebé después de luchar y llorar (ambas) comía sólo un poco y desistía.

Gracias a Dios, unos días antes de su nacimiento una amiga de la iglesia me había recomendado la pediatra de su hija que además es consultora de lactancia. Fuimos a la primera consulta con ella a los cinco de días de nacida de Marcela, más por el asunto de la lactancia que por otra cosa. La Dra. Claudia Cristina Sánchez fue muy amable, revisó a la bebé (todo estaba en orden), pero sobre todo dedicó mucho tiempo a enseñarme cómo tomar a la bebé correctamente, a relajarme y a intentarlo hasta lograrlo. Salimos de esa consulta muy contentos porque Marcela por fin se prendió del pecho y comió por un rato. Sin embargo, la batalla no había terminado! Tomó un par de semanas más que Marcela comiera sin dar batalla y que mis pechos sanaran del maltrato del principio (me ahorraré los , detalles aquí, pero fue muy doloroso). Aprendí gracias a la Dra. Claudia que la lactancia no debe doler, si duele algo anda mal con el agarre y/o la posición, así que fui corrigiendo poco a poco hasta que comencé realmente a disfrutar la experiencia.

Al principio me volvía un despelote tratando de amamantar en el carro, y sudaba frío cuando tenía que dar de comer a Marcela fuera de casa porque ella daba guerra y yo me veía tan tonta por no saber controlar la situación. Casi no quería salir de casa para evitar esos espectáculos, por supuesto eso no era posible. Por otro lado, también tocó luchar un poco con las opiniones de muchos alrededor sobre qué comer o qué no, si dar agua a la bebé, etc. Gracias a Dios nuevamente por la Dra. Claudia quien además es una educadora para esta nueva generación de mamis a la que yo pertenezco, y que estamos en contacto a través de un grupo de apoyo de Whatsapp y que realmente es eso: APOYO! Aunque sea para dar unas palmaditas virtuales cuando las cosas se complican, con las crisis de crecimiento y cosas como esas.

Ahora, cuatro meses después Marcela ha comido en todos los lugares que es posible, ya aprendimos a amamantar acostada (eso fue un hito en nuestra historia), y sobre todo ya no me veo tonta dando de comer a mi bebé; estoy en control, relajada y disfrutando la experiencia de dar vida a mi hija a través de la leche que sale de mí.

En fin, estoy feliz de haber tomado la decisión de dar lactancia materna exclusiva a Marcela. Es un trabajo a tiempo completo, pero es muy satisfactorio verla crecer y saber que todo lo que necesita para su desarrollo Dios lo puso en mí a través del elixir de la vida: La leche materna.

Ahora, para celebrar, quiero compartir algunas fotos de estos cuatro meses que llevamos en esta aventura como padres:

Nuestra primera foto juntas. Eso fue amor a primera vista. El instinto materno se activó al instante. 

Todavía en el hospital, Marcela tomando una siestecita.

Este día fue histórico en nuestra aventura de padres. Yo por un lado, un poco frustrada por no poder hacer lo que se supone debo saber hacer. Leover (del otro lado de la cámara), tratando de darme ánimo. Marcela, con un poco de hambre. Esa foto fue tomada en la consulta de la pediatra de Marcela, quien nos asesoró también en cuanto a la lactancia. 

Esta florecita hermosa estaba durmiendo. Me encanta tomarle fotos dormida. 

En esta foto tenía unos 17 días de nacida, y aquí se parece un poco a su prima Daniela Sirit. 

El día de su presentación a Dios en la iglesia Luz del Salvador. Ese día fue muy importante para nosotros, al reconocer que Marcela es un regalo enviado por Dios quien contestó nuestras oraciones y súplicas. Un día de gratitud.

Nuestro tesoro, nuestro regalo.

Marcela no estaba muy contenta, pero ese día estábamos en San Felipe, Edo. Yaracuy.

Llegando a Dabajuro, Marcela conociendo a sus primas

Marcela riendo con papi. Ellos se disfrutan mucho mutuamente.

Muy abrigada porque estábamos en Mérida. Todo un reto hacer que se dejara el gorro, pero era necesario para protegerla del frío. 
En Cúcuta, saliendo a vacunar a Marcela. Ese día logramos ponerle todas sus vacunas. Fue una bendición, pero también nos rompió el corazón verla llorar tan descononsoladamente. Tuvimos que apapacharla mucho ese día, y cuidar que la fiebre se mantuviera a raya. Afortundamente sólo duró día y medio. 

Así es ella. Dueña de una risa amplia y sincera.

Listas para ir a la iglesia a adorar a Dios.

Comiendo en el carro, donde la agarre el hambre. Todo un éxito. Rumbo a Amazonas

Con mi papi, frente a nuestra casita en Amazonas. Se le ven enormes esos cachetes!

Practicando para darse la vuelta.

Gusto adquirido en Amazonas: Dormir en hamaca. Una delicia. 

Después de muchos días de práctica, por fin se dio vuelta solita. Ahora tiene que aprender a devolverse!

En el parque, paseando un rato por Puerto Ayacucho.

Este regalo ya tiene cuatro meses, pesa 7,5 kgs. Estoy muy agradecida del Padre por tenerla con nosotros. Ella nos ha enseñado tanto en este tiempo. La aventura apenas comienza, ya pronto viene la alimentación complementaria.