jueves, 30 de enero de 2020

La niña viajera

     Marcela ha viajado con nosotros desde que tiene un mes de nacida. Leover tenía que hacer una diligencia en San Felipe y no quería ir solo, así que pusimos la silla para bebés en el "pancito" (nombre cariñoso de nuestro carro), la abrigamos bien y arrancamos. Marcela se portó muy bien, entre tomar tetica y dormir, la ruta se hizo corta y ella feliz.

     Unas semanas después emprendimos una odisea de un mes que incluyó Falcón, Zulia, Trujillo, Mérida y Cúcuta. Esa fue la prueba de fuego para ella como viajera y para nosotros como responsables de dicha viajera. Durante ese mes, pescó su primer resfriado. Tal vez los cambios de clima le afectaron un poco, pero sobrevivió. Recuerdo que el sólo hecho de hacerle un lavado nasal era un suceso, aún así estuvimos con la familia de Leover en navidad, visitamos algunos amigos de camino a Zulia y Mérida, donde dimos unos talleres relacionados al ministerio indigenista, y al final llegamos a Cúcuta para colocarle unas vacunas a Marcela. Toda esa ruta (hasta la frontera y de regreso) la hicimos en el carrito, y Marcela se portó como toda una experta viajera. 
Marcela merendando camino a Falcón

    Regresamos a Valencia, estuvimos ahí un par de semanas y volvimos a agarrar carretera, aunque esta vez el reto era mayor porque era un viaje largo hacia Amazonas, en plena época de calor (nuestro vehículo no tenía aire acondicionado). El pancito como siempre iba requete full, de punta a punta; la mayoría de las cosas está vez eran de Marcela: corral, colchón del corral, coche, su ropa, etc. Solo quedó el espacio necesario para la silla de Marcela y para mi (por supuesto, Leover tenía su puesto de chófer seguro adelante). Hicimos el viaje en dos tramos para que no fuera tan forzado; el primer día paramos en San Fernando de Apure y seguimos bien temprano al día siguiente. Marcela se portó como una campeona, tomó toda la tetica que quiso en el camino y durmió durante horas! Dios nos dio una viajera frecuente.

¡Esos cachetes viajeros!

     Después de dos meses en Amazonas (durante ese tiempo ocurrió el apagón nacional, fue un poco complicado con la bebé tan pequeña, pero lo logramos) , volvimos a Valencia, para estar un tiempo corto y emprender en Abril otra odisea: San Antonio del Táchira, Cúcuta, Bogotá, Quindío y de regreso. 


De camino a Bogotá y con mucho frío!

    Un mes completo de viaje. Marcela se engripó otra vez. Hubo cambios de clima muy drásticos en una semana y creo que eso le afectó. Además de que cuando uno viaja en autobuses, no sabes si tu vecino de asiento está enfermo. Son las desventajas. Pero en cuanto a nuestra viajera, ella siempre se porta bien. La diferencia en esta ocasión era que viajábamos en bus, y no es igual que viajar en tu propio carro donde tú marcas tu ritmo. 


Tomando un baño en Pozo Azul, Edo Amazonas

    Pero una vez que Marce pasó la gripe, el resto del viaje fue bien relajado. Para ese momento aún estaba en lactancia materna exclusiva, así que para alimentarla sólo necesitaba estar cerca. Durante ese viaje Marcela cumplió seis meses y comenzó a dar sus primeras probadas a los alimentos sólidos. Disfrutamos mucho esos primeros días de alimentación complementaria porque nos permitía vivir muchas primeras veces y comenzar a saber qué le gustaba y qué no, y verla experimentar tantas cosas nuevas para ella. Pero para viajar la alimentación complementaria no es lo más práctico del mundo, tienes que planificar el viaje, pensar qué puedes llevar para sus comidas y meriendas, que sea apropiado para su edad, que no se dañe durante el viaje y que sea práctico, ah y comprar algunos envases que no se abran fácilmente en tu bolso (Vital!). 
El agua y el almuerzo de Marcela (brócoli, en esa ocasión)

Marcela ha utilizado casi todos los medios de transporte que existen. Nos falta el helicóptero.

    Realmente no es fácil, sobre todo al principio, porque van probando alimentos poco a poco y hay alimentos que son prácticos pero que no son apropiados para su edad; otros son apropiados pero no son prácticos para llevar.

    Después de ese viaje, pasamos un rato en Valencia y regresamos a Amazonas por unos cinco meses más. Durante ese tiempo visitamos la comunidad unas pocas veces porque el pancito ya tiene otro dueño (Nostalgia).

     En Octubre volvimos a Valencia esta vez en autobús, y con todas nuestras pertenencias en cuatro maletas. Cerramos nuestro ciclo en Amazonas y comenzamos a prepararnos para el viaje más largo que jamás hicimos y que nos llevaría a nuestro nuevo hogar en esta aventura del servicio a Dios. 


Durante el viaje a Brasil: Ruta Pacaraima - Boa Vista

    Tan largo era este viaje que salimos de casa el lunes, y llegamos a Fortaleza el sábado!! Por supuesto que no fue una viaje sin escalas, pero igual fue agotador. Marcela hizo su primer viaje en avión (por cierto, me dijeron que darle tetica al despegar y aterrizar atenúa la presión en sus oídos. Buen dato), también viajamos en autobús toda la noche (lo cual de por sí no es cómodo, y menos con 10 kgs de ternura encima) y finalmente después de un vuelo de 4 horas llegamos a Fortaleza. Creo que Marcela se ha ganado la medalla de la niña viajera!! Damos gracias a Dios porque nuestra chiquilla es 4x4!


Incluso llegó a salir solita con papá en el carro, y vean qué divino dormía.
En fin, ¿es posible viajar con bebés?
Sí, definitivamente sí.
Hay que ser lo más prácticos posible, no complicarse la vida en vano. Simplificar las cosas tanto como se pueda. (maletas, pañalera, etc.)
Llevar frutas y galletas apropiadas (si ya comen sólidos) y mucha agua. Además de la tetica si sigue disponible.
En cuanto a Marcela, ella es muy calurosa. Normalmente, viaja con ropa ligera y de algodón, y siempre llevo una cobija en caso de que el clima se ponga frío poder abrigarla. Dependerá de los gustos de tu bebé.
Disfrutar el viaje! Ese momento, ese instante, es irrepetible!! 

domingo, 26 de enero de 2020

Un largo viaje

     La vida es un viaje, un peregrinar en el que nos encontramos valles y montañas. Unos más complejos que otros, pero todos con un aprendizaje que debemos considerar para seguir.

     Nuestro viaje como familia ha estado lleno de muchas aventuras, algunas lágrimas, muchísimas risas, alegrías y milagros.

     En este año 2019 terminamos un tramo de este viaje. Un tramo que nos llevó a la selva; anduvimos por ríos hermosos, conocimos gente linda y muy querida que ocupa un lugar especial en nuestro corazón, servimos a las etnias, y aprendimos a amarles, pero también fuimos enseñados en paciencia, compasión, fe y diligencia.

     Sin duda alguna no somos los mismos que comenzaron la travesía en Amazonas. Cuando el 2019 comenzó yo no tenía idea de que se acercaba el momento de seguir, de avanzar a otro lugar, de hacer maletas y mudarnos.

     Ahora comenzamos otra parte de la ruta. Dios nos ha traído a Brasil como parte de este viaje. ¿Qué tiene Dios para nosotros aquí? ¿Qué lecciones hemos de aprender? Todas esas preguntas todavía andan en nuestra mente ahora.


Tradicional (para nosotros) foto con las maletas

    Está última etapa comenzó dejando en nuestro país a nuestras familias por un largo tiempo. No fue fácil. Pasé por un período en el que me sentía culpable. Culpable de llevarme a Marcela y separarla de gente que la ama y que quieren verla crecer. Antes de tener a Marcela las despedidas eran más sencillas para mí, pero ahora me hago cada vez más consciente de que mis decisiones no sólo me afectan a mí, sino que la vida de Marcela y de otros resulta afectada también. 


El primer viaje de avión de Marcela


     Luego, no sabía si estar triste por lo que dejaba o estar alegre por lo que Dios nos tiene en Brasil. Es una sensación muy extraña.

Una pequeña parada en la Gran Sabana, a modo de despedida



     En todo eso, muchas personas dicen: ustedes están acostumbrados! Pero la verdad es que no, ¿cómo puede uno acostumbrarse a dejar lo que amas y conoces? ¿Cómo puede uno dejar de extrañar tu familia? Aprendemos a vivir extrañando, mas no dejamos de extrañar.

     Llegamos a Brasil hace apenas dos días, después de seis días de viaje desde Valencia hasta Fortaleza. Tomamos aviones, carros y autobuses. Estamos realmente agotados. Pero nos sentimos muy bienvenidos aquí, los hermanos han sido muy amables con nosotros y Marcela se ha ganado el corazón de muchos. El día que nos presentaron a la iglesia ella se hizo muy popular por lanzar besos a la gente. Esta niña es una bendición en todo el sentido de la palabra, y aquí ha sido el boleto directo al corazón de la gente. Estoy segura que Dios la usa y la seguirá usando para bendecirnos. 


Marcela cansada durante el viaje

     Aún tenemos por delante muchos retos, entre ellos aprender el idioma y la cultura y hacer amigos, pero vamos dando un paso a la vez.

Sólo estaba recargando baterías

     En este viaje (de la vida), primero como persona y luego como familia, decidimos servir a Dios y dedicar nuestras vidas en su obra. Hacer esto implica algunas renuncias, pero también hemos ganado mucho, Dios nos ha bendecido y eso aumenta nuestra fe para el futuro.


Mientras fuimos presentados a la Iglesia AD CIDADE en Fortaleza

    ¿Extrañamos nuestra familia? Sí, eso no va a cambiar, pero Dios nos ha regalado una familia grande que cuida de nosotros aquí en Brasil. No es igual, pero es bueno tenerles. 

    ¿Estamos ansiosos? Un poco. Tal vez la palabra correcta no es ansiosos, pero a mí me inquieta un poco el futuro y todos los desafíos que hemos de enfrentar. Sin embargo, además de eso, también tengo confianza. Parece extraño, pero no son mutuamente excluyentes. 


Como siempre digo, mientras ella sonría la tierra sigue girando. 


    Aquí estamos. A la expectativa. Creemos que Dios tiene buenos planes con nuestra familia. No podría ser de otro modo. Dios es bondad!