sábado, 9 de febrero de 2019

En los brazos de mamá y papá


Cuando unos padres primerizos llegan a casa por primera vez con su bebé, uno de los retos más grandes es identificar por qué llora el bebé. Es como un rally de descarte que comienza obviamente por la comida, luego el pañal, si tiene calor o frío, etc. Al final, después de intentarlo todo, resulta que algunas veces ninguna de esas era la respuesta; sólo necesitaba sentirse seguro y eso lo consigue en los brazos de sus papis. ¡Sí! Sólo necesitaba sentirse protegido. Esta es una necesidad igual que comer o dormir.
Marcela contaba con 15 días de nacida en esta foto
Pensemos un momento: Un bebé pasa nueve meses en el vientre de su madre. Ese lugar es calientito, es un espacio pequeño, escucha los latidos del corazón de mami y  está protegido de todo ahí adentro. De un momento a otro, muy abruptamente, sale de ese maravilloso lugar y lo ponen en un espacio frío, inmenso y completamente desprotegido. Es muy vulnerable, y aún en su pequeña mente él lo sabe. Pronto descubre que los brazos de sus padres son un lugar especial, aunque no tanto como la barriga de mami, para sentirse seguro. Por eso en ocasiones, aunque sus demás necesidades estén cubiertas, él llora con el propósito de estar cerca, calientito y seguro.
Claro, no falta quien diga: “No lo cargues mucho, se va a malacostumbrar a los brazos”. Siendo que los brazos son una necesidad para el bebé como lo es comer, el contenido de esa frase es como si dijeran: “No le vamos a dar comida porque se va a acostumbrar a comer” “No lo duermas que se va a malacostumbrar a dormir”. Ellos necesitan comer y dormir. Ser cargados les proporciona seguridad y confort, no es un capricho, es una necesidad.
Leover porteando a Marcela y ella feliz de estar tan cerca de papá
Esto me hace pensar en Dios como Padre. Nosotros siempre estamos llegando a Dios con nuestras necesidades. Imaginemos por un momento que Dios dijera: “No voy a contestar sus oraciones porque se malacostumbra” ¿Cómo sería nuestra vida si Dios pensara de ese modo? ¿Cómo nos sentiríamos? No sería nada agradable si nuestro Padre ignorara nuestras necesidades; nos sentiríamos abandonados, desvalidos, solos, desamparados, ¿cierto? Así se siente un bebé cuando necesita sentirse seguro en los brazos de sus padres y éstos ignoran su necesidad para que “no se malacostumbre”.
¡Qué bueno que Dios no piensa de esa manera! Más bien la Biblia dice que su oído está atento a nuestras oraciones, que él atiende a nuestras necesidades y que cuando clamamos él nos responde. ¡Qué maravilloso es cuando en un día difícil puedes saber que Dios está cercano a ti, que estás escondido bajo la sombra de sus alas! Cuando comenzamos a conocer a Dios, aprendemos que podemos confiar en Él porque nos responde.
De la misma manera los bebés aprenden a confiar en los adultos que les cuidan, generalmente sus padres, porque estos responden a su llanto para suplir sus necesidades, incluida la de ser cargado en sus brazos. Yo como madre deseo que mi hija sepa que puede confiar en mí, que yo estaré ahí cuando ella me necesite. No deseo para nada que Marcela crea que yo le ignoro, o se sienta abandonada, o que no puede contar conmigo. Mi mayor deseo es que se sienta amada. Esa es la base de su autoestima en el futuro. Todo comienza aquí y ahora.  
La mirada de un papá enamorado
Además, ¡ellos crecen muy rápido! Hace poco esperábamos a Marcela con ansias, y ya va a cumplir tres meses. Ya pronto va a gatear, luego va a caminar y correr. Si no la cargamos ahora, entonces ¿cuándo? Luego, sus necesidades serán diferentes y querrá estar todo el día corriendo por todos lados. No puedo recordar a ningún niño de cinco años que no quiera bajar de los brazos de sus padres debido a que lo cargaron “mucho” cuando era bebé. El desarrollo físico y mental del bebé sigue su curso naturalmente, y conforme pasa el tiempo requerirá menos de los brazos de papá y mamá, pero sabrá que éstos están ahí cuando lo necesite.
Como dato extra, según las más recientes investigaciones, un bebé que es cargado en comparación con un bebé que pasa mucho tiempo en su cuna o coche se adapta mejor al entorno, consolida su vínculo afectivo con sus padres, tiene mejor tono muscular, hace mejor la digestión, presenta menos cólicos y vómitos, entre otros. Por otro lado, su autoestima, seguridad en sí mismo e independencia se basan en la calidad del apego que desarrollen con los adultos que le cuidan, y esto se logra principalmente cargándolos cuando lo requieren y haciéndoles saber de todas las formas posibles que no están solos y desprotegidos.
Ahora es el momento que puedo expresar mi amor a través de mis brazos, y estrechar un vínculo que durará toda la vida, aunque me duela la espalda en el proceso.

No nos cansamos de verla y de disfrutar cada segundo
 

"Al contrario, estoy tranquilo y tan calmado como un niño recién amamantado que está en brazos de su mamá." Salmos 131:2 

viernes, 1 de febrero de 2019

¿Cansada?

Al parecer ella está muy agotada!
Durante las últimas semanas de embarazo, tenía mucha ansiedad de tener a Marcela con nosotros. Por un lado, quería "descansar" mi adolorida espalda (qué ilusa era), y por otro lado quería verla y besarla. Hoy Marcela Noemí ya tiene doce semanas con nosotros, y sí, lo que dicen sobre la maternidad: que es caóticamente hermosa, es cierto!
La palabra "cansancio" ha adquirido un nuevo significado para mí. Es más, descubrí que nunca antes estuve verdaderamente cansada en mi vida.
También descubrí que admiro inmensamente a las madres que tienen más de un hijo y que además trabajan, atienden la casa y sirven a Dios. Si mi columna me duele tanto en dos meses de maternidad, no me quiero imaginar los niveles de cansancio que ellas experimentan y soportan, muchas veces sin la empatía de los demás.

Ser madre es muy agotador: un bebé no entiende que después de una larga noche de desvelo seguida de un largo día de quehaceres, mami necesita un break. Un bebé es demandante, quiere lo que quiere cuando lo quiere, y la gran mayoría de las veces es mami la responsable de satisfacer sus necesidades, que van desde comida, sueño, cariño, protección, seguridad, etc.
De vez en cuando cada madre pasa por un momento crítico en el que el cansancio se junta con frustración y el resultado puede ser caótico.
Esa sonrisa lo vale todo
A mí me ha pasado. Me he sentido tan cansada que el dolor en la espalda se hace insoportable, al punto de querer llorar! Pero ahí está Marcela, con sus seis kilos de ternura, y con hambre, y nadie más que yo puede darle de comer. Así que tengo que hacer de tripas corazón, respirar profundo, cargarla y amamantarla con todo y cansancio. Para entonces siento como si pesara unos 15 kilos. 
Sin embargo, a veces después de darle de comer, pido un break aunque sea de media hora, solo para estar recostada y descansar la espalda un poco. Sin ese break, estaría muy malhumorada y Marcela no merece ese trato.
Gracias a Dios por mi esposo, quien me auxilia cuando lo necesito y siempre está dispuesto a ayudarme. De verdad, sé lo afortunada que soy de tenerlo conmigo. De otra manera sería demasiado difícil. 

Algo que me ha ayudado en esos momentos difíciles es poder pedir ayuda. Parece sencillo, sin embargo implícitamente se nos ha enseñado que pedir ayuda es una señal de debilidad. No somos Todopoderosas, aunque nos creamos ese discurso, somos de carne y hueso y el cuerpo tiene un límite. Como madres debemos evitar llegar a ese límite, porque podemos enfermarnos hasta el punto de no poder atender a nuestro bebé. 
    Hacer los ejercicios de estiramiento que me recomendó una amiga me ha ayudado muchisimo para aliviar los dolores que tenía en la cervical. Lo confieso, no soy lo suficientemente disciplinada en eso, pero aún así he sentido alivio. En YouTube puedes encontrar varios videos muy buenos para este fin, por ejemplo: Estiramientos para Aliviar dolor de espalda y cuello

    Por último, me ha ayudado inmensamente ser parte de un grupo de apoyo a través de Whatsapp donde muchas madres nos juntamos para compartir experiencias, pedir consejos o simplemente desahogarnos después de un día difícil. Tener con quien conversar, alguien que entienda lo que atraviesas y te escuche atentamente es una gran terapia. 

Si estás cerca de una madre, ten empatía y ofrece toda la ayuda que puedas. Siempre, siempre, siempre la necesitan aunque no la pidan. Una mami siempre, siempre, siempre está cansada, aunque no lo admita.