jueves, 10 de septiembre de 2020

La vida: etapas, etapas y más etapas.

 



Hay una temporada para todo,
un tiempo para cada actividad bajo el cielo.
Un tiempo para nacer y un tiempo para morir.
Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar.
 Un tiempo para matar y un tiempo para sanar.
Un tiempo para derribar y un tiempo para construir.
 Un tiempo para llorar y un tiempo para reír.
Un tiempo para entristecerse y un tiempo para bailar.
 Un tiempo para esparcir piedras y un tiempo para juntar piedras.
Un tiempo para abrazarse y un tiempo para apartarse.
 Un tiempo para buscar y un tiempo para dejar de buscar.
Un tiempo para guardar y un tiempo para botar.
 Un tiempo para rasgar y un tiempo para remendar.
Un tiempo para callar y un tiempo para hablar.
 Un tiempo para amar y un tiempo para odiar.
Un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. 

Eclesiastés 3:1-8 


     Pensando en estas palabras, que fueron dichas por un hombre muy sabio, me dio por reflexionar. Esta verdad aplica para cada faceta de nuestras vidas. Dios mismo diseñó el universo para que todo fueran ciclos: el día y la noche, las fases de la luna, las estaciones del año. Todo está diseñado por etapas. Aunque la época de lluvias a veces pueda llegar a ser molesta, es muy necesaria. Pero, tampoco puede llover siempre, sería desastroso. Entonces, esos ciclos que Dios diseñó son perfectos. De hecho, cuando se alteran las cosas no resultan tan bien. 




     Este es nuestro octavo año de matrimonio y nuestro séptimo en el campo misionero. En el correr de estos años, hemos vivido exactamente lo que escribió Salomón: tiempos de toda clase. Temporadas alegres, otras tristes, algunas de mucho ánimo y esfuerzo, otras más tranquilas, tiempos en los que sólo necesitábamos descansar, períodos de abundancia y otros más de escasez, etc. Pasamos seis años sin hijos, tres de ellos anhelándolo con el alma, pero puedo decir que realmente disfrutamos nuestra etapa de esposos sin hijos: viajamos, reímos, hicimos cosas un poco extremas. Ahora que tenemos a Marcela, disfrutamos también esta etapa, aunque el ajuste a este gran cambio no fue fácil, pero lo logramos. Fue necesario ajustar algunas cosas para disfrutar el camino. 





     En cuanto a la maternidad, no ha sido diferente. ¡Ya Marcela está por cumplir dos años de edad! Cuántas cosas han pasado estos dos años. Etapas, etapas y más etapas. Lactancia materna exclusiva (en artículos anteriores les he contado un poco lo difícil que fue el primer mes), brotes de crecimiento (períodos de tiempo en que los bebés pasan mucho tiempo al pecho para aumentar la producción de leche, es muy agotador), comienzo de la alimentación complementaria, noches tranquilas y otras en las que se despertaba 6 o 7 veces, días en que comía feliz y otros en que no quería ni ver la comida, etapas de llanto por la salida de los dientes y otras en las que estaba súper tranquila.

     Nuestra vida es un continuo de etapas. Todas necesarias, todas con propósito, todas con una enseñanza ¿Cómo enfrentar cada una de ellas? Pues, cada una es diferente, pero la Biblia nos enseña algo muy importante: “Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy” (Mateo 6:34) 

     Cada etapa trae consigo sus propios desafíos; si nos enfocamos en la etapa que atravesamos en el momento, identificamos esos desafíos y nos ajustamos (¿recuerdan las expectativas?) para atravesar esa etapa, estaremos bien. Creo que una palabra clave es ENFOQUE. Recuerdo que cuando se acercaban los seis meses de Marcela, yo estaba emocionada pensando que ya podría comer (aún no había ajustado mis expectativas al respecto), compré unos envases, lavé unos vasitos que le habían regalado, etc. Pero, la verdad cuando llegó el momento de darle alimentos me di cuenta que es más difícil de lo que creía, que eso de alimentar un bebé de forma balanceada no es cosa fácil y que es muy fastidioso tener que salir con envases para todas partes. Al principio se me olvidaba la comida de Marcela, o no llevaba el vaso con agua, etc. Después de un tiempo, ya se hizo natural y esa etapa (en el caso de la alimentación) se hizo parte de la vida normal de la familia. Otras etapas simplemente pasan, y después de un tiempo las cosas vuelven a la “normalidad”. 

     Algo he aprendido con Marcela es que esos períodos de cambios, esas etapas la mayoría de las veces son temporales. Pasó por etapas en que se levantaba muchas veces por la noche, pero afortunadamente pasaron. Pasó por otras en que si no me veía lloraba (después aprendí que es normal, en su mente “si no lo veo no existe”), después aprendió y la etapa pasó. No se daba vuelta acostada, y un buen día lo logró y así con cada cosa. 

   Una temporada de sequía no significa que será para siempre. Un tiempo de llanto no significa que lloraremos de aquí en adelante, por los siglos de los siglos. ¡Son temporadas! Ellas llegan a su fin, aunque en el momento parecen eternas, finalmente acaban, a veces ni percibimos cuando acabó. Una cosa es segura: Esa etapa no será eterna. ¡En algún momento pasará! La Biblia dice: “El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría.” (Salmo 30:5) 

     Lo mismo aplica para las épocas de alegría, bienestar y bonanza: No durarán para siempre. Disfruta cada día, ríe, abraza, goza, etc. Puede que ahora despertar por la noche, o cambiar pañales, o lavar esas medias tan pequeñitas pueda resultar tedioso, pero no será para siempre. Ella crecerá, más rápido de lo que nos damos cuenta, ya no usará pañales, dormirá toda la noche, etc. Por eso, trato de disfrutar cada toma de tetica, cada noche acurrucadas, cada abrazo, porque en un pestañear esas cosas habrán pasado y las extrañaré. Los que tienen hijos saben que es cierto. 

     Si estás pasando por una etapa difícil, lo siento mucho. Respira profundo, trata de encontrar algo positivo en medio de todo (sé que no es nada fácil), busca alguna enseñanza (sobre todo para evitar que se repita, si se puede), respira profundo y piensa siempre que pronto acabará. Si por el contrario estás pasando por una temporada de esas buenas, requetebuenas, ¡disfrútalo! ¡Saboréalo! ¡Aprovecha mientras dure! Y sé agradecido.

3 comentarios: